Enfoque diagnóstico de las dermatosis faciales erosivas y costrosas en el gato.

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Las dermatosis faciales erosivas y costrosas en el gato representan un desafío diagnóstico importante en la práctica veterinaria. Su alta prevalencia y la multiplicidad de posibles etiologías requieren un abordaje metódico y riguroso. Durante el último congreso mundial de dermatología veterinaria celebrado en Boston, nuestra colega Petra Bizikova tuvo la oportunidad de repasar sus causas y su abordaje diagnóstico.

La cara del gato, una interfaz privilegiada con el medio ambiente, presenta particularidades anatómicas y fisiológicas que influyen en la presentación clínica de estas dermatosis. Comprender el origen de las erosiones y costras faciales exige un conocimiento profundo de los mecanismos patogénicos subyacentes y un enfoque diagnóstico estructurado, que permita establecer el tratamiento adecuado y mejorar significativamente el pronóstico.

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Fisiología y particularidades de la piel facial felina

Posee varias características que la distinguen de otras regiones corporales e influyen en la presentación de las dermatosis en esta región. La epidermis facial, relativamente delgada, consta de 3 a 5 capas de queratinocitos con una capa córnea más delgada que en el resto del cuerpo. Esta delgadez la hace particularmente vulnerable a traumas e infecciones. La dermis subyacente está ricamente vascularizada e inervada, explicando la expresión clínica a menudo espectacular de los procesos patológicos.

La densidad de las estructuras anexiales es una característica notable de la cara felina. Los folículos pilosos y sus glándulas asociadas son particularmente numerosos, especialmente en los labios, la barbilla y las mejillas. Las glándulas sebáceas a veces forman complejos glandulares específicos a nivel de las comisuras labiales y la barbilla, predisponiendo estas zonas a ciertas dermatosis.

A nivel inmunitario, la piel facial es un sitio particularmente activo. La alta concentración de células de Langerhans, principales células presentadoras de antígenos cutáneos, favorece las reacciones inmunitarias localizadas y explica parcialmente la predisposición de esta región a las dermatosis mediadas por el sistema inmunitario. La composición de la flora residente, dominada por estafilococos coagulasa-positivos y Malassezia, también influye en la susceptibilidad a las infecciones secundarias.

El comportamiento de acicalamiento intenso característico de los felinos juega un papel importante en la semiología de las dermatosis faciales. Este comportamiento no solo puede agravar las lesiones preexistentes, sino también modificar considerablemente su aspecto clínico, complicando así la identificación de las lesiones primarias. El gato, al usar tanto su lengua rugosa como sus garras durante el acicalamiento, puede crear lesiones por excoriación que imitan algunas dermatosis primarias.

Semiología y clasificación de las lesiones faciales erosivas y costrosas

Definiciones y terminología

La evaluación precisa de las lesiones dermatológicas requiere una terminología estandarizada que permita una descripción objetiva y reproducible.

Una erosión corresponde a una pérdida de sustancia cutánea limitada a la epidermis, sin alcanzar la dermis. Generalmente cicatriza sin dejar cicatriz y aparece clínicamente como una zona húmeda, deprimida, de color rosa a rojo. Las erosiones pueden ser el resultado de la ruptura de vesículas o pústulas, o ser secundarias a un auto-traumatismo.

La úlcera se distingue de la erosión por una pérdida de sustancia más profunda, que alcanza la dermis o los tejidos subyacentes. Su curación suele ir acompañada de una cicatriz. Las úlceras pueden ser profundas, hemorrágicas y dolorosas, con bordes netos o irregulares, infiltradas o inflamatorias según la etiología.

Las costras son formaciones sólidas resultantes de la desecación de exudados serosos, purulentos o hemorrágicos. Representan lesiones secundarias que a menudo cubren erosiones o úlceras subyacentes. Su aspecto varía en función de su composición y la antigüedad de las lesiones: amarillentas para los exudados serosos o purulentos, parduscas para los exudados hemorrágicos.

Lesiones primarias versus secundarias

La distinción entre lesiones primarias (que aparecen espontáneamente) y secundarias (que resultan de la evolución de una lesión primaria o de traumatismos) es fundamental en el abordaje diagnóstico. Las costras y erosiones son generalmente lesiones secundarias de las que hay que buscar el origen. La identificación de las lesiones primarias subyacentes o anteriores permite orientar considerablemente el diagnóstico diferencial.

En el gato, la observación de las lesiones primarias a menudo se complica por el intenso acicalamiento que puede modificarlas rápidamente. Las vesículas y pústulas, por ejemplo, son particularmente frágiles y transitorias en esta especie, evolucionando rápidamente hacia erosiones y costras.

Topografía y distribución lesional

La distribución precisa de las lesiones faciales constituye un elemento semiológico importante que orienta el diagnóstico diferencial. Se pueden distinguir varios patrones de distribución:

Las lesiones focales aisladas orientan más hacia procesos neoplásicos, traumáticos o infecciosos localizados, mientras que las lesiones multifocales sugieren más bien dermatosis mediadas por el sistema inmunitario, dermatosis alérgicas o ciertas infecciones sistémicas.

La localización preferencial de las lesiones también proporciona pistas diagnósticas valiosas:

  • Las lesiones perioculares sugieren herpesvirosis felina, dermatitis por Malassezia o algunas formas del complejo granuloma eosinofílico
  • Las lesiones (peri)nasales son compatibles con el pénfigo foliáceo, el lupus eritematoso cutáneo, algunas formas de dermatofitosis y los carcinomas de células escamosas
  • Las lesiones periauriculares se observan en las sarnas auriculares complicadas, algunas dermatofitosis y dermatosis autoinmunes
  • Las lesiones labiales y mentonianas sugieren forunculosis de la barbilla o acné felino

La simetría lesional también constituye un elemento de orientación importante. Las lesiones simétricas bilaterales son más sugestivas de dermatosis alérgicas o autoinmunes, mientras que la asimetría orienta más hacia causas infecciosas o neoplásicas.

Características evolutivas y clínicas de las lesiones

La evolución temporal de las lesiones representa un criterio diagnóstico importante. Las lesiones de aparición brusca sugieren más bien causas infecciosas agudas, reacciones alérgicas o traumatismos, mientras que las lesiones crónicas, progresivas, orientan más bien hacia procesos neoplásicos o dermatosis autoinmunes.

La evaluación del prurito y el dolor asociados a las lesiones faciales es esencial en el abordaje diagnóstico:

  • Un prurito intenso orienta hacia dermatosis alérgicas, parasitarias o ciertas infecciones fúngicas
  • La ausencia de prurito es más característica de procesos neoplásicos o autoinmunes
  • Un dolor marcado puede sugerir ulceraciones profundas, infecciones bacterianas secundarias o ciertas formas de vasculitis

El aspecto macroscópico de las costras también proporciona pistas diagnósticas valiosas:

  • Las costras amarillentas sugieren infecciones bacterianas piógenas
  • Las costras gruesas, adherentes, grisáceas son compatibles con dermatofitosis o dermatosis autoinmunes como el pénfigo foliáceo
  • Las costras parduscas o hemorrágicas sugieren traumatismos, vasculitis o ciertas neoplasias ulceradas

Etiología de las dermatosis faciales erosivas y costrosas

Dermatosis infecciosas

Infecciones virales

La herpesvirosis felina (FHV-1) representa una causa regular de dermatosis facial en el gato, particularmente en animales jóvenes y gatos que viven en comunidad. Las lesiones, generalmente localizadas alrededor de los ojos y la nariz, comienzan con vesículas que evolucionan rápidamente a erosiones y luego a costras. La distribución característica “en alas de mariposa” en el puente nasal y el plano nasal es relativamente específica. La conjuntivitis y los síntomas respiratorios asociados constituyen elementos de orientación importantes. La evolución en brotes, exacerbados por el estrés o la inmunosupresión, es típica de esta afección. Los antecedentes de episodios de infección respiratoria o administración reciente de corticosteroides a menudo son elementos anamnésicos reveladores.

El calicivirus felino también puede inducir lesiones ulcerativas faciales, generalmente asociadas con úlceras bucales y signos sistémicos (fiebre, anorexia). Las lesiones faciales afectan principalmente el filtrum nasal. La forma sistémica virulenta del calicivirus (VS-FCV) puede causar lesiones cutáneas graves, incluyendo ulceraciones faciales y de las extremidades, asociadas a vasculitis y marcado edema facial.

La poxvirosis felina (viruela bovina), aunque rara, afecta típicamente a los gatos cazadores que tienen acceso al exterior. La lesión primaria, a menudo localizada en la cabeza, el cuello o las extremidades anteriores, se presenta como una pápula o un nódulo que se ulcera, seguido de lesiones similares diseminadas. Signos generales (fiebre, letargo) acompañan con frecuencia esta infección. Se trata de una zoonosis potencial que requiere precauciones al manipular animales afectados.

Las retrovirosis felinas (FeLV, FIV), sin causar directamente lesiones cutáneas características, pueden favorecer el desarrollo de dermatosis faciales por la inmunosupresión que inducen, facilitando las infecciones oportunistas o el desarrollo de ciertas neoplasias cutáneas.

Enfoque diagnóstico de las dermatosis faciales erosivas y costrosas en el gato.

Herpesvirosis felina

Infecciones bacterianas

Las piodermias faciales son frecuentes en el gato, pero casi siempre secundarias a traumatismos, dermatosis subyacentes o déficits inmunitarios locales. Staphylococcus pseudintermedius y S. aureus son los agentes más comúnmente aislados. Clínicamente, se observan pústulas que evolucionan rápidamente hacia erosiones cubiertas de costras amarillentas. El exudado purulento y la respuesta favorable a los antibióticos son características. La citología revela típicamente neutrófilos degenerados que contienen bacterias intracelulares (cocos).

La forunculosis de la barbilla, una forma particular de piodermia profunda, se manifiesta por pápulas, pústulas y nódulos inflamatorios en la zona de la barbilla, que pueden evolucionar hacia fístulas y costras hemorrágicas. Esta afección estaría relacionada con una anomalía de los folículos pilosos y las glándulas sebáceas, favoreciendo la proliferación bacteriana.

Las infecciones por micobacterias atípicas (especialmente Mycobacterium fortuitum y M. chelonae) pueden causar nódulos que se ulceran y se cubren de costras, principalmente en la cara de los gatos que tienen acceso al exterior. Estas infecciones a menudo están relacionadas con la contaminación por arañazos o mordeduras contaminadas. Las lesiones pueden formar vías de drenaje, a diferencia de los procesos neoplásicos que se ulceran pero generalmente no drenan.

Infecciones fúngicas

Las dermatofitosis faciales, principalmente causadas por Microsporum canis, constituyen una causa frecuente de lesiones costrosas en el gato. Las lesiones clásicas de alopecia circular pueden ir acompañadas de erosiones y costras, particularmente en animales jóvenes, gatos persas o individuos inmunodeprimidos. La presentación clínica puede ser extremadamente variable, incluyendo alopecia, escamas, eritema, pápulas, costras (incluidas miliares) y, a veces, nódulos inflamatorios (queriones). La infección generalmente es poco pruriginosa, excepto en caso de sobreinfección o alergia concomitante. La fluorescencia bajo la lámpara de Wood (positiva en el 50% de los casos de M. canis) y el examen micológico directo representan exámenes complementarios de primer nivel.

Las infecciones por Malassezia también pueden causar dermatitis faciales eritematosas con un exudado parduzco característico, particularmente en las regiones perioculares, la barbilla (aspecto de acné) y los pliegues faciales. Estas infecciones suelen ser secundarias a una alergia, un trastorno de la queratinización o una enfermedad sistémica. Los signos clínicos incluyen eritema, escamas o costras grasas de color parduzco a negruzco, alopecia, mal olor y prurito variable. El diagnóstico se basa en la citología que revela las levaduras características en forma de “cacahuete” o “muñeco de nieve”.

Más raramente, las micosis sistémicas (criptococosis, esporotricosis, histoplasmosis) pueden manifestarse como lesiones nodulares faciales que se ulceran y se cubren de costras. Estas afecciones deben sospecharse en gatos que viven en zonas endémicas o que presentan inmunodepresión subyacente.

Dermatosis parasitarias

La demodicosis felina, causada por Demodex cati (ácaro folicular) o D. gatoi (ácaro de superficie), puede provocar lesiones faciales eritematosas, escamosas y costrosas, a veces acompañadas de alopecia. La forma localizada se manifiesta típicamente por eritema, alopecia, escamas y costras en la cabeza y el cuello. A diferencia del perro, la demodicosis felina generalizada suele asociarse a afecciones subyacentes inmunosupresoras (FIV, FeLV, diabetes, neoplasias) o a tratamientos inmunomoduladores. D. gatoi, a diferencia de D. cati, es contagioso y a menudo responsable de un prurito intenso que puede simular una dermatosis alérgica. El diagnóstico se basa en raspados cutáneos profundos para D. cati o superficiales para D. gatoi, siendo este último a veces difícil de detectar debido al intenso acicalamiento.

La sarna notoédrica (Notoedres cati), aunque relativamente rara, es muy contagiosa y se asocia con un prurito intenso. Las lesiones iniciales son costras gruesas localizadas en la cara y el borde medial de los pabellones auriculares, que luego pueden extenderse. El diagnóstico se basa en la identificación de los ácaros mediante raspados cutáneos superficiales, generalmente fácil. Esta parasitosis representa una zoonosis potencial.

La sarna otodéctica (Otodectes cynotis), frecuente en gatos jóvenes, provoca principalmente otitis externa caracterizada por cerumen negro y seco. El prurito intenso puede provocar excoriaciones y costras periauriculares y faciales secundarias. El diagnóstico se realiza mediante otoscopia y examen microscópico del cerumen.

La cheyletiellosis (Cheyletiella blakei), conocida como “caspa que camina”, se caracteriza típicamente por la presencia de abundantes escamas en el dorso, pero también puede afectar la cara y el cuello. El prurito asociado es variable. Esta parasitosis es contagiosa y potencialmente zoonótica. El diagnóstico se basa en raspados superficiales, pruebas con cinta adhesiva de celofán o peine fino.

La trombiculosis (ácaros de la cosecha), una infestación estacional (finales de verano/otoño) por larvas de Neotrombicula autumnalis, puede causar pápulas eritematosas que evolucionan a costras, principalmente localizadas en la cabeza, las orejas, las extremidades y las zonas ventrales. El prurito asociado es generalmente intenso. El diagnóstico se establece mediante la observación directa de los ácaros de color naranja agrupados en las zonas afectadas.

Dermatosis mediadas por el sistema inmunitario

Dermatosis autoinmunes

El pénfigo foliáceo representa la dermatosis autoinmune más frecuente en el gato. Se caracteriza por pústulas que evolucionan rápidamente a erosiones y costras amarillentas, localizadas preferentemente en la cara (trufa, alrededor de los ojos, pabellones auriculares). Los pliegues ungueales se ven afectados con frecuencia, desarrollando una paroniquia con exudado caseoso. Otras localizaciones posibles incluyen las almohadillas y los pezones. El prurito es variable, y pueden estar presentes signos generales (letargo, fiebre, anorexia). La enfermedad puede ser idiopática o inducida por ciertos medicamentos. El diagnóstico citológico revela neutrófilos, a veces eosinófilos, y queratinocitos acantolíticos característicos (aunque estos últimos también pueden observarse en infecciones bacterianas o fúngicas). La confirmación diagnóstica se basa en la histopatología que muestra pústulas subcórneas o intrafoliculares con acantocitos, en ausencia de microorganismos.

Enfoque diagnóstico de las dermatosis faciales erosivas y costrosas en el gato.

Pénfigo foliáceo

El lupus eritematoso cutáneo, raro en el gato, se manifiesta típicamente por lesiones simétricas que afectan principalmente el plano nasal. Se observa una pérdida de la textura pavimentosa normal, despigmentación, eritema, escamas, erosiones, costras y a veces ulceración. La afectación puede extenderse a la piel periocular, los pabellones auriculares, los labios y los órganos genitales. Estas lesiones generalmente no son pruriginosas. El diagnóstico se basa en la histopatología que revela una dermatitis de interfase con apoptosis de las células basales.

El lupus eritematoso sistémico, aún más raro, puede incluir manifestaciones cutáneas faciales similares, asociadas a signos sistémicos (poliartritis, glomerulonefritis, anemia hemolítica).

Reacciones de hipersensibilidad a artrópodos

La hipersensibilidad a las picaduras de mosquitos puede provocar lesiones papulocostrosas en las zonas glabras (pabellón auricular, plano nasal, trufa), que evolucionan a erosiones por rascado. Esta afección presenta una estacionalidad marcada en las regiones templadas (meses cálidos) y afecta principalmente a los gatos que tienen acceso al exterior. El examen citológico revela típicamente una marcada inflamación eosinofílica, y la anamnesis a menudo revela episodios recurrentes cada verano.

La hipersensibilidad a las picaduras de pulgas también puede inducir lesiones faciales erosivas y costrosas, aunque las localizaciones preferenciales son la región dorsolumbar, la base de la cola y el abdomen ventral. Las lesiones faciales resultan generalmente de un auto-traumatismo secundario al prurito intenso. Se trata de la alergia más frecuente en el gato. El diagnóstico se basa en los signos clínicos, la posible presencia de pulgas o sus deyecciones (a menudo ausentes debido al intenso acicalamiento), y la respuesta a un control antiparasitario estricto.

Dermatosis alérgicas

La dermatitis atópica felina, ahora llamada síndrome atópico cutáneo felino (FASS), puede manifestarse por lesiones faciales eritematosas, erosivas y costrosas, particularmente a nivel periocular y de los pabellones auriculares. El prurito asociado conduce a excoriaciones y ulceraciones secundarias. Esta alergia a los aeroalérgenos (ácaros del polvo, pólenes, mohos) se presenta a menudo bajo varios patrones reaccionales: prurito cervicofacial con excoriaciones, dermatitis miliar, alopecia autoinducida, o lesiones del complejo granuloma eosinofílico. Puede ser estacional o no según los alérgenos implicados. Su diagnóstico es un diagnóstico de exclusión, después de haber descartado las parasitosis, las infecciones, la DAPP y la alergia alimentaria. Las pruebas alergológicas (intradermorreacciones, serologías) pueden identificar los alérgenos implicados para una inmunoterapia específica, pero no permiten diagnosticar esta afección por sí mismas.

La alergia alimentaria (o reacción adversa cutánea a los alimentos, CAFR) presenta manifestaciones clínicas a menudo indiferenciables de la dermatitis atópica. Las lesiones faciales son frecuentes, con prurito intenso, erosiones y costras que afectan la cabeza, el cuello y las orejas. Esta alergia generalmente no es estacional y puede ocurrir a cualquier edad, aunque es más frecuente en adultos jóvenes o gatos de mediana edad. Su diagnóstico se basa en una dieta de eliminación estricta durante 8-12 semanas, seguida de una provocación que confirme el origen alimentario por la reaparición de los signos clínicos.

Las reacciones cutáneas medicamentosas también pueden provocar lesiones faciales erosivas y costrosas, a veces asociadas a manifestaciones sistémicas. Los antibióticos (especialmente penicilinas y sulfamidas), los antiparasitarios y algunos antifúngicos son los más frecuentemente implicados.

Neoplasias cutáneas

Tumores epiteliales

El carcinoma de células escamosas representa el tumor cutáneo maligno más frecuente en el gato, afectando preferentemente las zonas poco pigmentadas expuestas al sol (trufa, pabellones auriculares, párpados). Las lesiones evolucionan clásicamente de una placa eritematosa a una ulceración costrosa y luego a un nódulo infiltrante. Las lesiones costrosas y ulcerativas a veces pueden parecerse a otras afecciones como la herpesvirosis, la hipersensibilidad a las picaduras de mosquitos o incluso el pénfigo foliáceo. Esta confusión diagnóstica es particularmente frecuente en las etapas tempranas, antes de que la masa se vuelva evidente. La exposición crónica a los rayos ultravioleta es el principal factor etiológico, explicando la mayor prevalencia en gatos de pelaje blanco o claro. El diagnóstico se basa en la histopatología, que revela una proliferación de queratinocitos atípicos que invaden la dermis.

El carcinoma de células escamosas in situ (BISC, también llamado enfermedad de Bowen o placas virales), se asocia con el papilomavirus felino y potencialmente con los retrovirus (FIV/FeLV). Esta neoplasia a menudo afecta a gatos mayores (>10 años) y se presenta como placas multifocales, pigmentadas o no, costrosas, hiperqueratósicas, a veces ulceradas, que pueden afectar la cabeza y la cara. El diagnóstico se basa en el examen histopatológico.

Mastocitoma cutáneo

El mastocitoma cutáneo felino se presenta generalmente como nódulos solitarios o múltiples que pueden ulcerarse y cubrirse de costras. La localización facial es menos frecuente que en el tronco o las extremidades, pero sigue siendo posible. A diferencia del perro, el mastocitoma cutáneo felino generalmente presenta un comportamiento benigno. El diagnóstico citológico revela una población homogénea de mastocitos que contienen granulaciones metacromáticas con las tinciones adecuadas. La escisión quirúrgica constituye generalmente el tratamiento de elección.

Linfoma cutáneo

El linfoma cutáneo epiteliotrópico (micosis fungoide) puede manifestarse con lesiones eritematosas, erosivas y costrosas que afectan especialmente la cara. La evolución es clásicamente progresiva, comenzando con una fase eritematosa (etapa de parche), evolucionando hacia una fase de infiltración (etapa de placa) y luego una fase tumoral. El diagnóstico se basa en la histopatología complementada con inmunohistoquímica, lo que permite caracterizar el inmunofenotipo tumoral.

Síndromes paraneoplásicos

La dermatitis exfoliativa asociada al timoma es un síndrome paraneoplásico raro que afecta a gatos de mediana o avanzada edad. Esta dermatitis no pruriginosa, severamente escamosa, eritematosa, costrosa y alopécica, a menudo comienza en la cabeza y el cuello antes de generalizarse. Los signos cutáneos suelen preceder a las manifestaciones clínicas del timoma subyacente. El diagnóstico se basa en la histopatología cutánea asociada a la imagen torácica (radiografía, ecografía) para detectar la masa tímica. La resolución de los signos cutáneos después de la extirpación del timoma confirma la naturaleza paraneoplásica del síndrome.

Trastornos de la queratinización

La dermatitis facial idiopática del persa es una afección bien conocida pero poco comprendida, específica de los gatos persas e himalayos. Generalmente aparece antes del año de edad y se caracteriza por una inflamación grave con acumulación de materia seborreica oscura alrededor de los párpados, los labios, el mentón y, a veces, los conductos auditivos. Esta materia se adhiere a los pliegues cutáneos, dando un aspecto característico de “cara sucia”. La acumulación de estos desechos favorece las sobreinfecciones bacterianas secundarias, agravando el cuadro clínico con formación de costras verdaderas, lesiones exudativas, erosivas y ulcerativas, acompañadas de prurito variable, dolor y alopecia. El tratamiento es sintomático y generalmente de por vida, incluyendo productos tópicos antiseborreicos y antimicrobianos, a veces asociados con esteroides orales, ciclosporina o tacrolimus tópico.

La displasia de las glándulas sebáceas es una afección congénita caracterizada por manifestaciones tempranas, desde los primeros meses de vida. Clínicamente similar a la dermatitis facial idiopática, se distingue por su extensión más allá de la cara, con lesiones generalizadas que afectan el resto del cuerpo. La acumulación seborreica facial se acompaña de manguitos foliculares, una mala calidad del pelaje con adelgazamiento del pelo y alopecia. Un estudio genético reciente ha identificado una mutación sin sentido del gen SOAT1 que codifica la esterol O-acetiltransferasa 1, una enzima responsable de la formación de ésteres de colesterol necesarios para la composición normal del sebo y el meibum. Esta mutación explica probablemente las anomalías de la producción sebácea y los trastornos del crecimiento del pelo. Actualmente no se dispone de ningún tratamiento específico para esta afección genética.

La hiperqueratosis nasal de los gatos de Bengala es una entidad emergente, probablemente hereditaria y también reportada en gatos Egyptian Mau. Generalmente aparece durante el primer año de vida y se caracteriza por una importante hiperqueratosis del plano nasal que puede evolucionar hacia fisuras y ulceraciones. Las lesiones se limitan estrictamente al plano nasal y causan una incomodidad variable. Se han reportado mejoras espontáneas en algunos casos, mientras que otros parecen responder al tacrolimus tópico. Se están realizando investigaciones genéticas para identificar el gen o los genes responsables.

Otras causas

El acné felino se caracteriza por la presencia de comedones, pápulas y pústulas a nivel del mentón, que pueden evolucionar hacia forúnculos y fístulas en las formas graves. Las costras resultan de la desecación del exudado inflamatorio. La etiología implica una hiperqueratosis folicular y una producción excesiva de sebo, potencialmente agravada por factores genéticos y ambientales.

Enfoque diagnóstico de las dermatosis faciales erosivas y costrosas en el gato.

Las dermatosis conductuales que resultan de un auto-traumatismo (lamido excesivo, rascado) relacionado con el estrés, la ansiedad o la frustración, pueden causar lesiones de alopecia, erosión, ulceración y costras, a menudo en áreas accesibles como la cara y el cuello. Estas dermatosis afectan particularmente a los gatos que viven exclusivamente en interiores en un ambiente insuficientemente enriquecido. Su diagnóstico es un diagnóstico de exclusión, después de haber descartado todas las causas médicas.

Los traumatismos y quemaduras también pueden ser responsables de lesiones faciales erosivas y costrosas a veces difíciles de distinguir de dermatosis primarias. La ausencia de lesiones específicas y la anamnesis orientan generalmente el diagnóstico.

Abordaje diagnóstico de las dermatosis faciales erosivas y costrosas

Anamnesis y examen clínico

Elementos clave de la anamnesis

La investigación de las dermatosis faciales comienza con una anamnesis minuciosa, verdadera piedra angular del proceso diagnóstico. La siguiente información debe recopilarse sistemáticamente:

  • Estilo de vida: acceso al exterior, convivencia con otros animales, entorno (modificaciones recientes)
  • Cronología precisa de las lesiones: fecha de aparición, evolución (aguda o progresiva), posibles variaciones estacionales, respuesta a tratamientos anteriores
  • Prurito: presencia o ausencia, intensidad, aparición antes o después de las lesiones cutáneas visibles
  • Signos sistémicos asociados: trastornos del apetito o del peso, cambios de comportamiento, síntomas respiratorios o digestivos concomitantes
  • Antecedentes médicos: patologías crónicas conocidas, tratamientos farmacológicos en curso (especialmente corticosteroides o inmunosupresores)
  • Antecedentes dermatológicos: episodios similares anteriores, dermatosis recurrentes
  • Alimentación: tipo, cambios recientes, suplementos alimenticios
  • Contagio: afectación de otros animales o personas en contacto

Esta información orienta considerablemente el diagnóstico diferencial y permite planificar eficazmente los exámenes complementarios adecuados.

Examen dermatológico

El examen dermatológico debe ser metódico y exhaustivo. Comienza con una observación a distancia que permite apreciar la distribución general de las lesiones, seguida de un examen cercano:

  • Descripción precisa de las lesiones: tipo (primarias y secundarias), tamaño, distribución, simetría
  • Búsqueda atenta de lesiones primarias a menudo enmascaradas por las lesiones secundarias
  • Evaluación de la extensión: afectación limitada a la cara o presencia de lesiones en otras regiones corporales
  • Examen de las mucosas y uniones cutaneomucosas: ulceraciones, despigmentación
  • Palpación de las lesiones: consistencia, adherencia a planos profundos, sensibilidad o dolor
  • Examen de los faneras: calidad del pelaje, presencia de alopecia, estado de las uñas y las almohadillas

El uso de una fuente de luz tangencial facilita la visualización de lesiones discretas, especialmente erosiones superficiales. El examen con lámpara de Wood, realizado en la oscuridad después de un precalentamiento adecuado de la lámpara, puede revelar la fluorescencia verdosa característica de ciertas cepas de Microsporum canis.

Examen clínico general

El examen clínico general nunca debe descuidarse, ya que muchas dermatosis faciales se enmarcan en un contexto patológico más amplio:

  • Examen de los ganglios linfáticos: una adenomegalia regional puede sugerir un proceso infeccioso o neoplásico
  • Examen de la cavidad bucal: la presencia de ulceraciones, estomatitis o gingivitis es particularmente importante en las infecciones virales o ciertas enfermedades autoinmunes
  • Auscultación cardiopulmonar: búsqueda de signos respiratorios asociados, especialmente en la herpesvirosis
  • Toma de temperatura: una hipertermia puede orientar hacia una causa infecciosa o inflamatoria sistémica
  • Examen oftalmológico: conjuntivitis, queratitis, uveítis que pueden asociarse con ciertas dermatosis faciales de origen viral o inmune

Exámenes complementarios de primera intención

Citología cutánea

La citología cutánea es un examen complementario sencillo, rápido y económico que a menudo proporciona información valiosa para el diagnóstico etiológico. Las técnicas de muestreo varían según el tipo de lesión:

  • Impronta directa en portaobjetos para lesiones exudativas
  • Raspado y extensión para costras previamente humedecidas
  • Citopunción con aguja fina para lesiones nodulares

Después de una tinción rápida (tipo Diff-Quik®), el examen microscópico busca:

  • Las células inflamatorias: el predominio de neutrófilos orienta hacia una infección bacteriana o un pénfigo foliáceo; el de eosinófilos sugiere una alergia, un parasitismo, un complejo granuloma eosinofílico, una herpesvirosis o a veces un pénfigo foliáceo.
  • Los agentes infecciosos: bacterias (cocos, bacilos), levaduras (Malassezia reconocibles por su forma de “cacahuete” o “muñeco de nieve”), esporas fúngicas
  • Las células acantolíticas: queratinocitos redondeados desprendidos unos de otros, muy sugestivos de pénfigo foliáceo aunque no patognomónicos
  • Las células neoplásicas: atipias citonucleares, poblaciones monomorfas

El hallazgo de queratinocitos acantolíticos es un punto crítico de la interpretación citológica. Aunque fuertemente sugestivo de pénfigo foliáceo, esta anomalía también puede observarse en infecciones bacterianas (estafilococos) o fúngicas (dermatofitos). Antes de concluir un pénfigo y considerar una biopsia o un tratamiento inmunosupresor potencialmente perjudicial en caso de infección subyacente, es imperativo excluir rigurosamente una piodermia y una dermatofitosis mediante exámenes complementarios adecuados.

Raspados cutáneos

Los raspados cutáneos son una técnica diagnóstica fundamental para la búsqueda de ectoparásitos, especialmente Demodex y Notoedres. Se practican dos tipos de raspados:

  • Raspado superficial: realizado raspando suavemente la superficie de la piel con una hoja roma y aceite mineral. Su objetivo es recolectar ácaros de superficie como Notoedres cati (favorecer el borde de las orejas), Cheyletiella, Demodex gatoi (a veces difícil de detectar), y Otodectes (en la piel periauricular).
  • Raspado profundo: necesario para buscar ácaros foliculares como Demodex cati. Requiere pellizcar firmemente un pliegue de piel y raspar hasta el rocío sanguíneo para acceder al contenido folicular.

El examen microscópico directo del producto del raspado se realiza entre portaobjetos y cubreobjetos, eventualmente después de la aclaración con hidróxido de potasio al 10%.

Cultivo fúngico

El cultivo fúngico en medio de Sabouraud (o DTM, Dermatophyte Test Medium) es el examen de referencia para el diagnóstico de las dermatofitosis. Las muestras se toman mediante cepillado con un cepillo estéril o arrancando pelos de la periferia de las lesiones. La incubación se realiza a 25-30 °C durante tres semanas con observación regular. En DTM, la interpretación se basa en la observación conjunta de un cambio de color del medio a rojo (alcalinización debido al metabolismo de los dermatofitos) y el crecimiento de una colonia blanca o beige. La identificación microscópica de las macroconidias es necesaria para confirmar la especie de dermatofito implicada.

La microscopía directa del pelo después del aclarado con KOH al 10-30% permite a veces visualizar rápidamente las artrosporras fúngicas que rodean los tallos pilosos, ofreciendo un diagnóstico presuntivo rápido.

Exámenes complementarios de segunda intención

Biopsias cutáneas

La biopsia cutánea suele ser el examen de elección para establecer un diagnóstico definitivo, particularmente en casos de dermatosis mediadas por el sistema inmunitario, neoplásicas o refractarias a los tratamientos empíricos. La calidad de la muestra condiciona en gran medida el valor diagnóstico del examen histopatológico:

  • Técnica de muestreo:

    • Biopsia con sacabocados (punch) de 4-6 mm de diámetro o biopsia escisional con bisturí en algunos casos
    • Toma de muestras de lesiones recientes y no tratadas, evitar las lesiones crónicas remodeladas
    • Inclusión de la unión entre tejido sano y tejido lesionado
    • Biopsias múltiples (3-5 sitios) para aumentar la sensibilidad diagnóstica
    • Técnica específica para lesiones vesiculares o erosivas: para vesículas intactas, muestreo centrado en la vesícula rodeada de unos pocos milímetros de piel sana; para erosiones, muestreo en el margen entre piel erosionada y piel intacta
  • Consideraciones prácticas:

    • Tratamiento previo de las infecciones secundarias antes de la biopsia para evitar artefactos diagnósticos
    • Suspensión de los inmunosupresores durante un período suficiente para permitir la expresión de las lesiones características
    • Conservación de las costras que pueden contener elementos diagnósticos importantes (células acantolíticas, hifas fúngicas)
    • Orientación adecuada de las muestras para facilitar la preparación histológica, especialmente para las biopsias de margen
    • Comunicación detallada de la información clínica al patólogo

La interpretación histopatológica debe ser confiada a un patólogo experimentado en dermatopatología veterinaria. En algunos casos, pueden ser necesarias tinciones especiales para evidenciar agentes infecciosos (PAS para hongos, Ziehl-Neelsen para micobacterias) o características tisulares específicas.

Técnicas de inmunodiagnóstico

Las técnicas de inmunodiagnóstico son particularmente útiles para confirmar las dermatosis autoinmunes:

  • La inmunofluorescencia directa (IFD) permite detectar depósitos de inmunoglobulinas y complemento en la piel. En el pénfigo foliáceo, se observan depósitos intercelulares de IgG y C3 en la epidermis superficial. En el lupus eritematoso, se encuentran depósitos lineales o granulares de inmunoglobulinas y C3 en la unión dermoepidérmica.
  • La inmunofluorescencia indirecta (IFI) busca autoanticuerpos circulantes en el suero. Esta técnica tiene una sensibilidad inferior a la IFD en las dermatosis autoinmunes felinas, pero puede confirmar algunos casos de pénfigo foliáceo.
  • Se han desarrollado pruebas ELISA específicas para la detección de anticuerpos anti-desmogleína 1 en el pénfigo foliáceo felino, pero su disponibilidad en la práctica clínica sigue siendo limitada.

Estos exámenes requieren muestras específicas: biopsias congeladas o fijadas en líquido de Michel para la IFD, y muestras de sangre para la IFI y el ELISA.

Pruebas alergológicas

Las pruebas alergológicas pueden estar indicadas en casos de dermatosis faciales de origen alérgico sospechado:

  • Pruebas intradérmicas: inyección intradérmica de diluciones estandarizadas de alérgenos, con lectura después de 15-30 minutos. Estas pruebas presentan una especificidad limitada en el gato y generalmente requieren sedación.
  • Pruebas serológicas: búsqueda de IgE específicas de alérgenos ambientales en el suero. Estas pruebas son más fáciles de realizar pero su interpretación sigue siendo delicada debido a los frecuentes resultados falsos positivos.
  • Dieta de eliminación-provocación: constituye el método de referencia para el diagnóstico de alergia alimentaria. Consiste en una dieta hipoalergénica estricta durante 8-10 semanas, seguida de una reintroducción progresiva de los alimentos sospechosos.

Estas pruebas no permiten diagnosticar directamente el síndrome atópico cutáneo felino, que sigue siendo un diagnóstico de exclusión. Su objetivo principal es identificar los alérgenos implicados para orientar la evitación alérgica o la inmunoterapia específica.

Exámenes complementarios específicos

Ciertas dermatosis faciales requieren pruebas diagnósticas específicas:

  • PCR (reacción en cadena de la polimerasa): particularmente útil para la detección del herpesvirus felino (FHV-1) en hisopado conjuntival, raspado corneal o biopsia cutánea. Esta técnica presenta una alta sensibilidad y especificidad, pero no permite distinguir entre infección activa y portador latente.
  • Cultivos bacterianos y antibiogramas: indicados en piodermias recurrentes o refractarias a los tratamientos de primera intención. Las muestras deben tomarse antes de cualquier antibioticoterapia, mediante biopsia o punción de abscesos cerrados para evitar contaminaciones.
  • Serología FIV/FeLV: recomendada en gatos con dermatosis faciales atípicas, multifocales, crónicas o generalizadas, especialmente en caso de signos sistémicos asociados o sospecha de inmunodepresión.
  • Exámenes de imagen: rara vez indicados para dermatosis faciales aisladas, pero pueden ser necesarios en ciertos contextos específicos, como la búsqueda de un timoma subyacente (radiografía, ecografía torácica) en caso de sospecha de dermatitis exfoliativa paraneoplásica.

Algoritmo diagnóstico

El abordaje diagnóstico de las dermatosis faciales erosivas y costrosas puede sistematizarse según un algoritmo de decisión basado en las características clínicas y los resultados de los exámenes complementarios.

Evaluación inicial

El primer paso consiste en determinar si la dermatosis facial se enmarca en un cuadro clínico más amplio o si se limita estrictamente a la cara:

  • Dermatosis generalizada con afectación facial: orienta más hacia causas sistémicas, especialmente dermatosis alérgicas, autoinmunes o parasitarias generalizadas.
  • Dermatosis estrictamente facial: sugiere más bien causas locales, como infecciones localizadas, neoplasias, dermatosis actínicas o trastornos de la queratinización.

Clasificación según la presencia de prurito

El prurito constituye un elemento de orientación importante:

  • Dermatosis pruriginosa: evoca principalmente causas parasitarias (sarna notoédica, demodicosis por D. gatoi, trombiculosis), alérgicas (dermatitis atópica, alergia alimentaria) o ciertas infecciones (dermatofitosis, dermatitis por Malassezia).
  • Dermatosis no pruriginosa: orienta más hacia causas neoplásicas, autoinmunes, virales no complicadas o metabólicas.

Cabe señalar, sin embargo, que la intensidad del prurito puede modificarse por tratamientos anteriores (especialmente corticoides) o enmascararse por lesiones dolorosas.

Orientación según la topografía lesional

La distribución precisa de las lesiones faciales proporciona importantes pistas de diagnóstico:

  • Lesiones simétricas bilaterales: características de las dermatosis mediadas por el sistema inmunitario (pénfigo foliáceo, lupus eritematoso) y de algunas dermatosis alérgicas.
  • Lesiones asimétricas o unilaterales: más sugestivas de causas infecciosas localizadas, traumáticas o neoplásicas.
  • Lesiones peri-orificiales: la afectación preferencial de las uniones mucocutáneas (fosas nasales, labios, párpados) es típica del pénfigo foliáceo y de algunas formas de lupus eritematoso cutáneo.

Enfoque diagnóstico estructurado

Un enfoque secuencial y lógico es esencial para navegar entre los numerosos diagnósticos diferenciales:

  1. Paso 1: Anamnesis y examen clínico detallados (reseña, estilo de vida, historial de las lesiones, prurito, signos sistémicos)
  2. Paso 2: Exámenes complementarios de primera intención, realizados conjuntamente
    • Citología (obligatoria)
    • Raspados cutáneos (superficiales y/o profundos según la sospecha clínica)
    • Examen con lámpara de Wood
    • Cultivo fúngico
    • Búsqueda de ectoparásitos (peine fino, cepillado)
  3. Paso 3: Ensayos terapéuticos iniciales basados en los resultados previos
    • Tratamiento antiparasitario específico si se identifican parásitos
    • Tratamiento antimicrobiano apropiado si se detecta infección bacteriana o fúngica
    • Ensayo de control estricto de pulgas (8-9 semanas) si se sospecha alergia
    • Dieta de eliminación (8-12 semanas) si la alergia alimentaria sigue sospechándose después de la exclusión o el tratamiento de otras causas
  4. Paso 4: Reevaluación y exámenes complementarios de segunda intención
    • Biopsias cutáneas para histopatología si se sospecha de dermatosis autoinmune, neoplásica, viral o inflamatoria atípica
    • Pruebas alergológicas si se sospecha síndrome atópico cutáneo felino después de la exclusión de otras causas
    • Pruebas serológicas (FIV/FeLV) si se sospecha inmunodepresión
    • PCR viral si se sospecha infección por herpesvirus o calicivirus
    • Cultivo bacteriano con antibiograma si piodermia refractaria

Este enfoque diagnóstico es fundamentalmente iterativo. La respuesta —o la ausencia de respuesta— a los tratamientos iniciales constituye en sí misma un elemento diagnóstico valioso. El fracaso de un tratamiento empírico bien llevado debe incitar a reconsiderar las hipótesis diagnósticas y a progresar hacia investigaciones más profundas.

Factores predisponentes y consideraciones pronósticas

Factores relacionados con la edad

La edad constituye un factor epidemiológico importante en el abordaje diagnóstico de las dermatosis faciales:

  • Gatitos y gatos jóvenes (<1-3 años): Son más frecuentemente afectados por dermatofitosis, ectoparasitosis (otodectes, cheyletiella, notoedres), ciertas afecciones virales (papilomavirus, herpesvirus). Las alergias a menudo comienzan a una edad temprana, típicamente antes de los 3-4 años. La dermatitis facial idiopática del persa y la hiperqueratosis nasal del bengala generalmente aparecen antes del año de edad. Los problemas congénitos como la displasia de las glándulas sebáceas se manifiestan precozmente.

  • Gatos adultos y mayores: El pénfigo foliáceo ocurre en promedio alrededor de los 5 años, pero con un amplio rango de edad. Las neoplasias y síndromes paraneoplásicos son más frecuentes en gatos mayores (carcinoma de células escamosas, carcinoma in situ, dermatitis asociada al timoma). La herpesvirosis puede ocurrir a cualquier edad, pero las reactivaciones son más frecuentes en gatos mayores o estresados. Las enfermedades sistémicas que predisponen a infecciones secundarias (diabetes, hipercorticismo, retrovirosis) son más comunes en adultos y seniors.

Predisposiciones raciales

Algunas razas presentan predisposiciones a desarrollar dermatosis faciales específicas:

  • Persas e himalayos: Predispuestos a dermatofitosis, dermatitis facial idiopática, seborrea primaria. También se ha reportado pénfigo foliáceo.

  • Abisinios: Posible predisposición al síndrome atópico cutáneo felino.

  • Devon Rex: Predispuestos a la proliferación de Malassezia y a las dermatitis asociadas. Se ha reportado predisposición al síndrome atópico cutáneo felino.

  • Siameses: Posible predisposición al síndrome atópico cutáneo felino.

  • Razas braquicéfalas: Los problemas relacionados con los pliegues faciales favorecen las sobreinfecciones bacterianas y fúngicas.

  • Bengala y Egyptian Mau: Hiperqueratosis nasal hereditaria.

  • Sphynx: Portadores frecuentes de Malassezia.

No obstante, cabe señalar que las predisposiciones raciales suelen estar menos definidas en el gato que en el perro y no deben sustituir un enfoque diagnóstico completo. Muchas afecciones afectan indistintamente a gatos europeos o de raza mixta.

Influencia del estilo de vida y del entorno

El estilo de vida y el entorno del gato influyen considerablemente en el riesgo de desarrollar ciertas dermatosis faciales:

  • Acceso al exterior: Aumenta el riesgo de poxvirosis (caza de roedores), traumatismos y abscesos, infestaciones parasitarias (pulgas, garrapatas, ácaros de la cosecha) y, potencialmente, dermatofitosis.

  • Vida en comunidad (refugios, criaderos, hogares con varios gatos): Aumenta el riesgo de enfermedades contagiosas como dermatofitosis, cheyletiellosis, sarna notoédrica, sarna otodéctica, demodicosis por D. gatoi e infecciones virales (FCV, FHV-1).

  • Alimentación: La historia alimentaria es crucial para el diagnóstico de alergia alimentaria. Una nutrición inadecuada puede afectar la salud cutánea.

  • Estrés y ansiedad: Pueden desencadenar una reactivación de la herpesvirosis y contribuir a las dermatosis conductuales.

  • Inmunosupresión: Una enfermedad subyacente (FIV, FeLV, diabetes, hipercorticismo, neoplasia) o ciertos tratamientos (glucocorticoides, quimioterapia) aumentan el riesgo de infecciones oportunistas como la demodicosis generalizada por D. cati, la proliferación de Malassezia, las dermatofitosis graves o atípicas y las piodermias profundas.

La inmunosupresión, en particular la relacionada con las infecciones por FIV o FeLV, es un factor de riesgo recurrente para varias dermatosis faciales distintas. Esta asociación constante subraya la importancia capital de considerar y probar el estado retroviral en gatos que presentan dermatosis faciales graves, crónicas, inusuales o generalizadas. El proceso diagnóstico no se limita al tratamiento de la lesión cutánea, sino que también implica la identificación de posibles enfermedades subyacentes potencialmente graves.

Consideraciones pronósticas

El pronóstico de las dermatosis faciales erosivas y costrosas depende de múltiples factores:

  • Naturaleza de la afección subyacente: Las causas infecciosas y parasitarias generalmente tienen un buen pronóstico con un tratamiento adecuado. Las dermatosis alérgicas pueden controlarse, pero rara vez se curan definitivamente. Las neoplasias tienen un pronóstico variable según su naturaleza, extensión y opciones terapéuticas disponibles.

  • Precocia del diagnóstico: Un diagnóstico rápido generalmente permite un manejo más eficaz y limita las complicaciones secundarias.

  • Presencia de enfermedades concomitantes: Las comorbilidades, particularmente las enfermedades inmunosupresoras subyacentes, pueden ensombrecer el pronóstico y complicar el manejo terapéutico.

  • Cumplimiento del tratamiento: La naturaleza a menudo crónica de las dermatosis faciales requiere con frecuencia tratamientos prolongados o de por vida, cuyo cumplimiento condiciona la evolución clínica.

  • Potencial zoonótico: Ciertas afecciones como las dermatofitosis, la cheyletiellosis, la sarna notoédrica o la poxvirosis presentan un riesgo zoonótico que requiere precauciones especiales.

Conclusión

Las dermatosis faciales erosivas y costrosas en el gato representan un grupo heterogéneo de afecciones cuyo diagnóstico constituye un verdadero desafío en la práctica clínica. La multiplicidad de causas posibles y la frecuente similitud de las presentaciones clínicas requieren un abordaje diagnóstico sistemático y riguroso.

El enfoque diagnóstico eficaz se basa en varios pilares fundamentales: una anamnesis detallada, un examen clínico minucioso, exámenes complementarios de primera intención (citología, raspados, exámenes micológicos) y, si es necesario, investigaciones de segunda intención (biopsia, cultivos específicos, pruebas alergológicas, exámenes serológicos o de biología molecular).

Algunos elementos clínicos resultan particularmente orientativos: un prurito intenso sugiere fuertemente un origen parasitario o alérgico; las lesiones específicas del plano nasal pueden evocar una herpesvirosis, un lupus discoide o una hipersensibilidad a las picaduras de mosquitos; una afectación concomitante de los pliegues ungueales es muy sugestiva de pénfigo foliáceo; la presencia de signos generales debe hacer buscar una enfermedad sistémica o una infección viral como la poxvirosis.

Es crucial identificar y tratar las infecciones secundarias (bacterianas, Malassezia) que complican con frecuencia el cuadro clínico. Sin embargo, el éxito terapéutico a largo plazo se basa en la identificación y el manejo de la causa primaria subyacente. Una comunicación clara con el propietario y un seguimiento regular son esenciales para adaptar el tratamiento y prevenir las recidivas.

Finalmente, los avances en dermatología felina, tanto a nivel diagnóstico como terapéutico, permiten hoy en día un manejo optimizado de estas afecciones complejas, mejorando significativamente el pronóstico y la calidad de vida de los gatos afectados.

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