Las afecciones cutáneas de origen inmunitario en el gato, aunque raras, presentan un desafío diagnóstico y terapéutico para los veterinarios. Estas patologías, caracterizadas por una desregulación de la respuesta inmunitaria normal, pueden manifestarse con signos clínicos variables, desde eritema y alopecia hasta erosiones cutáneas, con o sin prurito, imitando a menudo otras afecciones dermatológicas más comunes.
La familiarización con las características clínicas distintivas de las dermatosis de origen inmunitario resulta esencial para permitir un diagnóstico precoz y preciso, lo que conduce a un manejo terapéutico apropiado. Este artículo examina las principales afecciones cutáneas inmunitarias felinas, incluyendo el complejo pénfigo, el lupus eritematoso cutáneo y las dermatitis exfoliativas asociadas o no al timoma, detallando sus manifestaciones clínicas, enfoques diagnósticos, opciones terapéuticas y pronósticos.
El pénfigo foliáceo felino
Patogénesis y señalización
El pénfigo foliáceo (PF), considerado la dermatosis autoinmune más frecuente en gatos, se caracteriza por la unión de autoanticuerpos patógenos a las proteínas de adhesión desmosómicas epidérmicas. Esta unión provoca acantólisis y el reclutamiento de células inflamatorias, lo que conduce a la formación de vesículas en la epidermis superficial. A diferencia de los humanos y los perros, donde los objetivos desmosómicos de los autoanticuerpos están bien caracterizados, las investigaciones en gatos se limitan a la detección de IgG anti-queratinocitos mediante inmunofluorescencia directa e indirecta. El objetivo desmosómico sigue siendo desconocido en la actualidad, pero probablemente sea diferente al del perro debido a la detección de inmunomarcaje positivo en el tejido de la mucosa bucal.
Se ha informado de PF en diferentes razas felinas (siameses, persas y cruces de persas, burmeses, etc.) sin predisposición racial o sexual específica. Según las series de casos publicadas, el PF afecta generalmente a gatos adultos con una edad media de 5 a 6 años, aunque el rango varía entre 5 meses y 17 años según los estudios.
Al igual que el PF canino, la mayoría de los gatos no presentan factores desencadenantes subyacentes asociados al desarrollo del PF. Históricamente, se han reportado algunos casos raros de PF de origen medicamentoso, y un caso único presentó simultáneamente una dermatitis exfoliativa asociada a un timoma y un PF en el contexto de un síndrome paraneoplásico.
Enfoque diagnóstico
El diagnóstico de PF felino se basa actualmente en una combinación de criterios que incluyen: (i) la anamnesis y la distribución característica de las lesiones cutáneas, (ii) la exclusión de otras dermatosis pustulosas neutrofílicas acantolíticas (pioderma estafilocócica superficial, dermatofitosis pustulosa), y (iii) una citología y/o histopatología que confirme una dermatitis pustulosa acantolítica.
Las máculas eritematosas y las pústulas representan las lesiones cutáneas primarias del PF felino. Sin embargo, debido a su localización epidérmica superficial, las pústulas son transitorias y evolucionan rápidamente hacia erosiones y costras, a menudo las lesiones más frecuentemente observadas durante el examen físico. Las zonas más comúnmente afectadas incluyen la cabeza/cara (plano nasal, párpados, barbilla), los pabellones auriculares, los pliegues cutáneos ungueales, las almohadillas plantares y las zonas periareolares. Cuando el PF afecta los pliegues cutáneos ungueales, se observa generalmente una importante formación de costras, con acumulación de exudado purulento a caseoso y erosiones que pueden evolucionar a ulceraciones.
Se reporta prurito en la mayoría de los gatos con PF, y algunos pacientes presentan signos sistémicos que incluyen letargo, fiebre, pérdida de peso, linfadenopatía y anorexia.
La presencia de acantólisis en las lesiones sospechosas de PF puede evaluarse mediante citología (tinción estándar Diff-Quik) a partir de pústulas intactas, bajo costras húmedas recientes, o a partir de exudado purulento en los pliegues ungueales y/o mediante biopsia de estas lesiones. La citología clásica de las lesiones de PF revela la presencia de queratinocitos acantolíticos con un número variable de neutrófilos y/o eosinófilos bien conservados. El examen histopatológico muestra pústulas subcórneas o intragranulares con queratinocitos acantolíticos y un infiltrado neutrofílico o mixto neutrofílico y eosinofílico perivascular a intersticial.
A nivel clínico, un pénfigo foliáceo puede imitar una dermatitis alérgica
Tratamiento y pronóstico
Aunque la mayoría de los gatos afectados de PF no tienen un factor desencadenante subyacente (medicamentos, por ejemplo), la eliminación de cualquier factor causal sospechoso debe implementarse de inmediato. La exposición a los rayos ultravioleta se ha asociado con la exacerbación de las lesiones cutáneas de PF en humanos y perros. Aunque no se han reportado casos de brotes inducidos por UV en gatos con PF, los dueños deben ser informados de este factor potencialmente agravante.
El manejo terapéutico del PF felino sigue siendo difícil y generalmente requiere medicamentos inmunosupresores para lograr la remisión clínica y el control a largo plazo de la enfermedad. La monoterapia con glucocorticoides orales se ha considerado la base del tratamiento del PF felino (prednisolona 2-4 mg/kg/día; triamcinolona acetónido 0,2-2 mg/kg/día; dexametasona 0,1-0,2 mg/kg/día). La prednisona, un profármaco metabolizado en prednisolona activa, no se recomienda en gatos debido a una menor absorción y/o una menor conversión de prednisona a prednisolona.
Aunque la mayoría de los gatos con PF logran una remisión completa (ausencia de nuevas lesiones con curación de las lesiones originales) en las pocas semanas siguientes a la monoterapia con glucocorticoides, solo una minoría de gatos (4-15%) mantienen esta remisión si se interrumpe la administración de glucocorticoides. Por lo tanto, se han sugerido adyuvantes que ahorran corticoides, como la ciclosporina (5-10 mg/kg/día) y el cloranfenicol (0,1-0,3 mg/kg/día), para inducir una remisión clínica más temprana y asegurar un control a largo plazo del PF.
En general, el PF felino tiene un buen pronóstico, la mayoría de los gatos alcanzan una remisión completa con el manejo médico (monoterapia con glucocorticoides) en un tiempo medio de 22-36 días. Sin embargo, las recaídas durante el tratamiento de mantenimiento son frecuentes, especialmente al reducir o suspender el tratamiento. A diferencia de los perros, los gatos con PF rara vez son eutanasiados debido a la progresión de las lesiones cutáneas a pesar del tratamiento, los efectos adversos asociados al tratamiento o una mala calidad de vida.
El pénfigo vulgar
A diferencia del PF, existe poca información disponible sobre el pénfigo vulgar (PV) felino. Las características clínicas e histopatológicas del PV felino se asemejan a las del PV canino y humano; por lo tanto, se propone un mecanismo patológico similar de ataque de anticuerpos desmosómicos para el PV felino. Las investigaciones en humanos y perros han identificado la desmogleína-3 como el autoantígeno principal. Actualmente, los objetivos de los autoanticuerpos en las lesiones cutáneas del PV felino siguen siendo desconocidos.
Según los pocos casos notificados en la literatura, las vesículas flácidas rara vez se observan en el PV felino. En cambio, las erosiones y ulceraciones superficiales de las uniones mucocutáneas constituyen las principales características clínicas. En los casos notificados, las lesiones cutáneas afectan con frecuencia los labios, las encías, el paladar duro, el plano nasal y el filtrum; las lesiones cutáneas pilosas y/o de las almohadillas están ocasionalmente implicadas. Dada la localización de las lesiones, la letargia, la anorexia, la halitosis, la hipersalivación y la linfadenopatía submandibular son comúnmente observadas.
El diagnóstico definitivo se basa en la anamnesis, los signos clínicos y la biopsia cutánea, que muestra acantólisis suprabasal, formación de hendiduras y una disposición en “lápidas” de la capa basal. Se necesitan múltiples biopsias para capturar las zonas diagnósticas del PV, y generalmente se toman las vesículas intactas y/o los márgenes de erosiones a úlceras con la piel adyacente “normal”.
El tratamiento de los pacientes felinos afectados de PV con glucocorticoides orales (4-6 mg/kg/día de prednisolona) se asemeja al enfoque utilizado en humanos y perros, y muestra cierto éxito en el control de la enfermedad. Sin embargo, en los casos refractarios de PV felino, deben considerarse inmunomoduladores ahorradores de cortisona (cloranfenicol, ciclosporina), de forma similar al tratamiento del PF felino.
El lupus eritematoso
El lupus eritematoso cutáneo (LEC) puede afectar únicamente la piel o presentarse como parte de un conjunto diverso de signos clínicos potencialmente mortales en pacientes con lupus eritematoso sistémico (LES). A diferencia de los humanos y los perros, el LES y las variantes del LEC como el lupus eritematoso discoide (LED) rara vez se han publicado en gatos.
Un caso único de LES (anemia, trombocitopenia, anticuerpos antinucleares positivos) con signos de LEC presentaba una alopecia simétrica bien delimitada, erosiones a ulceraciones y costras en la cara, las orejas, el cuello, el vientre, las extremidades y las almohadillas plantares. Los informes originales sobre el LED felino describían signos clínicos de eritema, descamación, alopecia, erosiones a ulceraciones y costras con o sin despigmentación (hiperpigmentación o despigmentación) que afectaban la cabeza, los pabellones auriculares, el tronco y las almohadillas plantares; no se ha publicado ninguna descripción más reciente. En 2005, dos gatos adultos con LEC presentaban una dermatitis exfoliativa (alopecia, descamación) y erosiones a ulceraciones que se asemejaban a las lesiones cutáneas observadas en la dermatitis exfoliativa asociada al timoma felino.
En los casos de LES/LEC felinos descritos, el examen histológico de las biopsias cutáneas reveló una dermatitis de interface rica en linfocitos específica del LEC con degeneración vacuolar (hidrópica) de los queratinocitos basales, así como una foliculitis de interface mural linfocítica. El tratamiento de los pacientes felinos con LES/LEC se asemeja al enfoque utilizado en humanos y perros, lo que implica evitar el sol, usar glucocorticoides tópicos/tacrolimus para las lesiones localizadas y medicamentos inmunomoduladores sistémicos para las lesiones generalizadas.
Las dermatitis exfoliativas asociadas o no al timoma
Dermatitis exfoliativa asociada al timoma
La dermatitis exfoliativa asociada al timoma es un síndrome paraneoplásico raro en el que los signos cutáneos se suelen notar primero, a pesar de la probable presencia inicial del proceso neoplásico. Las lesiones cutáneas no cancerosas relacionadas con una neoplasia ocurren en un sitio distinto del tumor primario o sus metástasis. En gatos, el timoma es la neoplasia tímica más común, que se origina en las células epiteliales tímicas en el mediastino craneal.
No se ha dilucidado la patogénesis de la dermatitis exfoliativa asociada al timoma felino, pero se sospecha un proceso inmunomediado similar a la enfermedad de injerto contra huésped. Se ha propuesto que la dermatitis exfoliativa asociada al timoma en gatos es el resultado de un proceso mediado por linfocitos T CD3+ causado por una presentación anormal de antígenos por las células epiteliales tímicas neoplásicas que reaccionan de forma cruzada con los queratinocitos epidérmicos.
Esta enfermedad afecta generalmente a gatos de edad media a avanzada, aunque se ha reportado en gatos tan jóvenes como de 4 años. No se ha identificado ninguna predisposición sexual o racial.
En gatos con dermatitis exfoliativa asociada a timoma, las lesiones cutáneas aparecen primero en la cabeza y las orejas, y luego progresan gradualmente hacia la espalda y el tronco antes de generalizarse. Estas zonas se vuelven progresivamente escamosas. La alopecia se desarrolla a medida que la exfoliación se intensifica y las lesiones se generalizan en un patrón asimétrico. Se acumulan detritos seborreicos, marrones y cerosos en los pliegues ungueales y entre los dedos. El prurito no es común, pero los gatos afectados pueden volverse ligeramente pruriginosos.
Además de los signos cutáneos, los gatos con dermatitis exfoliativa asociada a timoma pueden presentar letargia de leve a grave y signos respiratorios y gastrointestinales, como disnea, tos, vómitos y regurgitación. En el momento de la presentación, estos signos suelen ser proporcionales al tamaño de la masa mediastínica y se intensifican a medida que la masa aumenta.
El diagnóstico de la dermatitis exfoliativa asociada al timoma se basa en la anamnesis, los hallazgos clínicos e histopatológicos, y la presencia de una masa mediastínica craneal en el examen de imagen. La histopatología muestra: ortoqueratosis marcada a paraqueratosis focal; hiperplasia epidérmica leve a moderada, con degeneración hidrópica de los queratinocitos basales y queratinocitos apoptóticos transepidérmicos; una dermatitis de interfaz pobre a rica en células compuesta principalmente por linfocitos CD3+ con menos plasmocitos y un bajo número de mastocitos y neutrófilos.
La extirpación quirúrgica del tumor es el tratamiento de elección para la mayoría de los gatos con sospecha de dermatitis exfoliativa asociada al timoma. El pronóstico para los animales con timomas no invasivos y resecables es bueno, y las lesiones cutáneas se resuelven gradualmente después de la extirpación del tumor. En los gatos tratados con extirpación quirúrgica solamente, se observó una tasa de supervivencia global a los 3 años del 74%. En contraste, los gatos con timomas invasivos tienen tasas de recurrencia más altas y, en el postoperatorio, una mortalidad que varía del 11% al 22%.
Alopecia difusa dorsolumbar relacionada con un timoma
Dermatitis exfoliativa no asociada a timoma
Se ha reportado en gatos un síndrome de dermatitis exfoliativa similar a la dermatitis exfoliativa asociada a timoma, pero sin etiología determinada. Esta afección se denomina dermatitis exfoliativa no asociada a timoma porque las lesiones cutáneas y el examen histopatológico son indistinguibles de los casos de dermatitis exfoliativa asociada a timoma. En los gatos que se han sometido a un seguimiento a largo plazo, no se ha observado el desarrollo de timoma.
Al igual que con la dermatitis exfoliativa asociada al timoma, se sugiere un proceso inmunomediado para la dermatitis exfoliativa no asociada al timoma, con infiltración de linfocitos T CD3+ y citotoxicidad epidérmica en el examen histológico.
Para todos los gatos que presentan dermatitis exfoliativa, el examen de imagen es crucial para confirmar o descartar la presencia de una masa mediastínica craneal, ya que el protocolo de tratamiento cambia radicalmente para la dermatitis exfoliativa no asociada al timoma.
Los gatos con dermatitis exfoliativa no asociada a timoma responden al tratamiento inmunosupresor, y la mayoría de los pacientes requieren tratamiento a largo plazo para mantener la remisión. La mayoría de los casos alcanzan la remisión con ciclosporina modificada (6,75-7,5 mg/kg cada 24 horas) sola o asociada a prednisolona (2-4 mg/kg cada 24 horas). Las recaídas pueden ocurrir, especialmente si se interrumpe el tratamiento inmunosupresor.
En conclusión, aunque las enfermedades cutáneas inmunomediadas en el gato son raras, pueden asociarse con signos clínicos sistémicos graves, lo que lleva a una mala calidad de vida y, a veces, a la eutanasia. Un conocimiento profundo de las características clínicas distintivas de los diferentes trastornos cutáneos de origen inmunitario es esencial para permitir un diagnóstico precoz y preciso, así como un tratamiento adecuado.
Banovic F, Gomes P, Trainor K. Trastornos cutáneos inmunomediados felinos – Parte 1. J Feline Med Surg. 2025;27:1-13.